Comentario
Capítulo XXIX
De la ciudad de San Miguel de la Plata, provincia de los Charcas y nuevo reino de Toledo
Aunque esta ciudad, de quien hago el presente capítulo, es la última del Reino del Perú por esta parte de la sierra, he querido tratar de ella ahora, reservando hacer mención de la imperial villa de Potosí en el último lugar, como a tan ilustre y famosa. Dicen los viejos antiguos, que antiguamente se llamó Chuquiçapa, por haber habido en aquel asiento muchas chácaras y minas de oro, el cual se llama
Chuqui, y por eso tuvo por nombre Chuquiçapa, que significa: lleno y abundante de oro. Por ser la gente de las chácaras, en cuya provincia está, gente algo sospechosa de hurtos, el Ynga mandó fuesen allá mucha multitud de gente de los naturales del Cuzco, y con ellos también muchos yngas y descendientes suyos, los cuales hasta hoy han permanecido allí, y son conocidos por tales y respetados.
Otros dicen se llamó Chuquichaca, por haber allí una puente de oro, que eso significa; pero desta puente no hay al presente memoria, donde fuese. Quizás los indios, cuando los españoles conquistaron este Reino, sabiendo la codicia insaciable que traían de oro y plata, la deshicieron y ocultaron, para que no viniese a sus manos, como se entiende a esta causa haber grandes tesoros escondidos en el Reino.
Los españoles, al principio, fundaron allí una ciudad que, por estar en provincia tan rica de oro y plata, le dieron este nombre y con mucha razón, pues en su distrito hay y ha habido tanta que, si no se hubiera sacado, pudieran las casas estar enladrilladas de barras. Es de lindo temple y muy hermosa; tiene alrededor mucho número de chácaras, haciendas y heredades, que valen a sus dueños gruesísimas rentas, porque todos los frutos van a parar a Potosí, que está diez y ocho leguas della, donde se gastan y consumen en tiempo de aguas. Es sujeta a rayos, por lo cual es su habitación algo peligrosa, que acaecen desgracias, y así tienen por abogada a la gloriosa Virgen y mártir Santa Bárbara.
Reside en esta ciudad una Chancillería Real con un presidente y cuatro oidores y un fiscal, los cuales oidores también hacen oficio de alcaldes de Corte, como en la Audiencia de Quito, y tienen de salario cuatro mil pesos ensayados cada año, y acuden a ella de todo el distrito de las Charcas, que empieza desde el Collao, pasados los Canas y Canches, y comprende grandes corregimientos de indios, como son la Recaja, Orcosuyo, Omasuyo, Huarina, Chucuito, Chuquiago, que es la ciudad de la Paz, Pacajes, Carangas, Cochabamba, Tarija, Arica, Atacama, Porco, Potosí, Santa Cruz de la Sierra, Tucumán y Paraguay.
Es arzobispado; dividióse en tres que son: en esta ciudad, en la Paz y en Santa Cruz de la Sierra; y afirman que, cuando era sólo un obispado, tenía más de cincuenta mil ducados de renta. Tiene por sufragáneos el obispado de la Barranca, el de la Paz y el de Tucumán y Paraguay. Hay cinco monasterios de religiosos de Santo Domingo, San Francisco, San Agustín, Nuestra Señora de las Mercedes, y en él una imagen de muchos milagros, y la Compañía de Jesús y uno de monjas agustinas y hospital de descalzos de San Francisco. Ha habido prelados santísimos, desde el primero que fue Fray Domingo de Santo Tomás, gran teólogo y persona celosísima del bien de los naturales, Fray Alonso Granero Davalos, Fray Alonso de la Cerda, todos tres dominicos, don Alonso Ramírez de Vergara, clérigo, y el último Fray Luis López de Solís, agustino, que murió en Lima antes de llegar a su iglesia, que venía de su obispado de Quito. Hay vecinos encomenderos en esta ciudad, muy ricos en renta, en quien están encomendados los indios comarcanos y de su distrito, los cuales, como tengo dicho, en los valles que hay alrededor tienen grandes heredades. Hay mucho concurso de españoles que acuden a sus negocios en grados de apelación, y los corregidores del distrito a sus residencias, y Potosí que es causa que no haya ido la población desta ciudad en grande aumento, a causa que como allí se saca la plata y corre la moneda, todos concurren a ella.
Más adelante está la villa de Tarija, población moderna, cuarenta leguas de la Plata, donde hay monasterios de religiosos de las órdenes mendicantes, y están como en frontera de los inquietos chiriguanas, que hacen allí muchos saltos en las chácaras y aun se atreven a llegar a la villa, aunque los hostigan della; pero cada día se va allanando más la tierra y asegurando los caminos, que antes, con dificultad, se podía pasar de la Plata a Tarija, si no era en tropa o con escolta. De aquí se saca mucho ganado vacuno que se lleva a Potosí y allí se gasta. Luego empieza el camino a la provincia de Tucumán y el Paraguay, pobladas de españoles, y con muchas ciudades y sus gobernadores puestos por Su Majestad y dos obispados, pero estas provincias ya no pertenecen al Reino del Perú, porque los yngas no siguieron sus conquistas ni pasaron de la provincia de los chiriguanaes, que por allí tuvieron sus límites y fronteras con guarniciones de soldados ordinarias por los incurosos de esta gente, aunque destas dos gobernaciones recurren a la audiencia de la Plata en los negocios de apelación y en otros de calidad, para que se determinen, y así están sujetas a ella, aunque al presente, poniéndose chancillería en el Reino de Chile, ocurrirán a ella como más cercana destas provincias.